jueves, 26 de febrero de 2009

Armonía molecular: “¡Ponte el CD de la fosfatidilinositol 3’ kinasa, wee!”

                                                                  



Una noche, dos años atrás, me tocó vivir una experiencia loquísima: “cama voladora” ¿lo han sentido? Eso no fue todo, mi televisor se prendió y la señal contenía los típicos colores paralelamente horizontales con tonalidades amarillezcas y rojizas y un tono altamente castrante: "Tiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiin".
Me perturbó, mi cabeza dolía y pulsaba no sólo por la intoxicación brava que traía encima, sino por lo hostigante de ese tono. Giré la cabeza y empezó mi mal viaje, analicé los colores y los tonos, ¡todo vibra! ¡todo suena! tal vez la suma de las longitudes de onda de esos colores castrosos den como resultado aquel tono tan… chingador.
En mi clase de genética, descubrí que podría hacer con los genes y las secuencias TODO, analizando simplemente su lenguaje natural, ¿Por qué no ser rítmicos? si es que todo el universo ha tratado de evidenciar su armonía. Desde entonces me involucro en esto, no lo he realizado yo pero he seguido el camino del descubrimiento de esto, así que deseo compartir la hermosura de lo descubierto.

“Sonificar” (traducir en sonidos) datos biológicos, ¡qué locura! son suficientemente complejos y no azarosos como para darle a la música resultante un sentido de estructura “Me pareció que un simple alfabeto de cuatro bases que forman veinte letras que se combinan para formar la base de toda la vida en la Tierra debía ser una estructura rica y que sonaría en el interior de nosotros, los humanos, quienes somos construidos con este código”.
Se sabe que el DNA es una macromolécula que codifica la vida en la Tierra a través de cuatro elementos: T, C, A y G (Timina, Citosina, Adenina y Guanina). Estos cuatro elementos son combinados en grupos de tres, llamados codones. Hay sesenta y cuatro posibles combinaciones de codones, de los cuales sesenta y uno son usados para codificar los veinte aminoácidos con los cuales se forman las proteínas. Los veinte aminoácidos (denominados con letras mayúsculas de nuestro alfabeto), pueden ser asignados a una escala musical bajo diferentes criterios, por ejemplo a la escala de Do Mayor, como se expresa en la imagen al inicio del artículo.

Al convertir una proteína en música se tuvo en cuenta tanto la secuencia de los aminoácidos que la conforman como su forma tridimensional adoptada en la célula.
Pero como si esto fuera poco, ya se puede bajar de un sitio web, la “Suite Transmembrana”, una pieza formada por la música que expresan tres proteínas entre las cuales se encuentra el receptor de serotonina; o “la Gripe” (“The Flu”) una obra musical basada en el DNA codificado por el virus Influenza.

Seguramente en poco tiempo algunos intentaran vender los CDS de nuestros genes en algún establecimiento de Ingeniería Genética en “Tepito” pues entre clones y música de DNA/proteínas que no podemos esperar. Sea cual sea la utilidad de este tipo de obras no queda duda en lo maravilloso y estético que es el universo, ¿o acaso lo dudabas? Esto solo demuestra un patrón estético de la estructura de la Naturaleza.

¿Están preparados? Escúchenlo en la liga:

http://www.whozoo.org/mac/Music/samples.htm

Brenda Nallely Vera Meléndez

Químico Bacteriólogo Parasitólogo, IPN

Referencias:

· Joseph Schillinger, The Schillinger System of Musical Composition, Vol. I & II (New York, Carl Fischer, Inc., 1941).

viernes, 20 de febrero de 2009

La Pirámide del Sistema Capitalista: No decimos que tengamos la solución del sistema, pero mientras, esta es nuestra verdad. Júzguenlo y comenten.

lunes, 16 de febrero de 2009

Con-cierto gusto


The Doors, viernes 13 de febrero, Plaza de Toros México
Por: Abel Rubén Romero Morales

Llegué tarde, de pronto se empezó a escuchar “Roadhouse blues” y apresuramos el paso, la plaza estaba completamente obscura, en lo alto el cielo contaminado y aviones que entraban a la ciudad de México.
Recuerdo la prepa, los porros rodando por la casa de algún adolescente, las chelas y el alcohol barato. Eran cerca de treinta años después y aun había grupos púberes en trance con las rolas que inmortalizó el Rey Lagartija (mal traducido el Rey Lagarto); bailando, bebiendo, disfrutando las caricias eléctricas y sicodélicas que penetraban nuestros oídos. Ahora estaban ahí, dos de ellos, Manzarek y Kriegger, tocando mejor que nunca. En un escenario modesto, sin pantallas gigantes ni efectos asombrosos, pero sin necesidad de ellos. La plaza de toros México se colmó de unos veinte mil asistentes, con un sonido perfectamente apreciable a pesar de la muchedumbre que gritaba enardecida con las rolas más emblemáticas como “Love me two times”, “When the music’s over”, “Peace Frog”, “waiting for the sun”, pasando por “L. A. woman”; “Light my fire”, “Gloria”, “Touch me”, “Love her madly” y “Riders on the storm”, entre otras. El repertorio seguramente estuvo pensado para prender a la gente que se sabía sólo los éxitos comerciales, pero aun así fue un evento excitante. Manzarek hizo de las suyas en el teclado, arremetiendo en evidente show fenoménico, su capacidad para tocar algunas teclas con la cabeza y los pies. Kriegger retorcía la guitarra y hacía de las cuerdas unas serpientes enloquecidas que se le enredaban en las manos, la voz de Scallions, ex vocal de Fuel, es precisa y basta aunque insuficiente para cubrir la inmensa ausencia que nos dejó Jim Morrison, con sus pedas eternas y el Jack Daniel’s en la mano, con sus repentinas caídas en el escenario y gritos estridentes. Estaban debajo, lejos, pero llenando de sonido inefable cada recóndito hueco, austero pero salvaje, como eran los Doors en aquellos tiempos de rebelión generalizada, en que la juventud tomó por el pelo a los ancianos conservadores y revisaron la ética de rebaño. Ahora, después de aquellos años en que los Doors eran profetas del cambio, nos encontramos algunas tristes reminiscencias en este concierto donde aun hay artistas, pero no muchos receptores del alma del Rock. Aun se siente la nostalgia de lo que no vivimos.

Mágico encuentro y aunque se asegura que es la gira del adiós, estoy convencido de que miles de mexicanos esperaremos con ansias un próximo encuentro. Ese tipo de monstruos musicales e ideológicos, dejaron huecos enormes que hoy son difíciles de saciar con cualquier cosa.

¡Larga vida al Rock!

Abel Rubén Romero Morales
“El Poeta”