miércoles, 30 de diciembre de 2009

Llamado a los abogados

México es un pasajero del carajo, se ha subido a este medio de transporte desde el inicio de su historia, la constante es ir con el carajo adonde nos lleve.
Todos manifiestan adherencia a compromisos éticos: los médicos, los sacerdotes, los biólogos, los dentistas, los veterinarios, los sociólogos y, muy en especial, los abogados. En cuanto a los valores sociales y la fundamentación del estado moderno, los valores son parte del discurso, parte de la cortina bella que cubre al fenómeno de circo; son precisamente los abogados, a quienes se les encomienda la defensa de la justicia, caminar hacia ella, ir hacia ella. Los abogados están (o debiesen) en la lucha para hacer una patria más justa -¿qué digo más justa? justa siquiera- equitativa, con un estado de derecho. Son los que están en los juzgados, en las facultades, en la burocracia, en salones de clase; los que saben de la ley, quienes saben según ésta lo que a cada quien le corresponde. Ellos son asesores de legisladores, de presidentes, son jueces, magistrados, ministros, están por todas partes, con un ejército de millones en el país. ¡Bravo! nuestro país está lleno de abogados, seres estoicos y dignos, preocupados por dar justicia y mejorar lo legal y lo social. ¡Millones de abogados junto a un puñado de profesionistas de otras disciplinas, el país está próximo a la utopía! La verdad de esa propuesta podría ser verdadera, si tomáramos en cuenta que la mayoría de los abogados dejaron de ser hombres comprometidos con la justicia. Ahora son ladrones que conocen lo necesario para evadir la ley, asesorando patrones para evitar cumplir sus obligaciones laborales (derechos que costaron sangre); asesorando oportunistas que defrauden arrendatarios, exculpando golpeadores, políticos corruptos y una larga lista de etcéteras. Aun los discursivamente comprometidos con los valores jurídicos, no omiten entregar dádivas de agradecimiento a los burócratas con quienes conviven a lo largo de su carrera. El argumento es simple: Si no se proporcionan dádivas, ellos no hacen su trabajo. En conclusión a su argumento, las familias de los burócratas comen más. Si los defensores de la justicia, no mantienen un posición apegada a los valores sociales y a los ideales estatales, ¿qué esperamos de las demás áreas?
El abogado, a mi ver, es depositario de los valores sociales, ¿qué valores? esos que se usan en los discursos políticos: valor, justicia, igualdad de oportunidades, equidad, etc. Tiene a su cargo el saber de leyes y lo inherente a ellas, es decir, la realidad social, histórica, económica, política, etc. Un legislador, por más estudiado que sea en cualquier área distinta del derecho, jamás podrá entender el espíritu de las leyes, la forma en que funcionan, ni la manera en que deben disponerse. Ahí están los peritos en leyes, quienes las elaboran y estudian para los señores diputados. Si una ley es injusta, innecesaria, mal redactada o parcial, tuvo que haber pasado antes por un especialista del derecho. Calderón (por más licenciado en derecho que sea), Beltrones, Peña Nieto, Salgado Macedonio y Juanito (¿quién?) están asesorados por decenas de abogados, de quienes depende hacer las cosas en favor del país, del partido o del señor legislador. No es que las demás profesiones no tengan obligaciones éticas, sólo que en el caso de la justicia, el ejemplo debe comenzar por nosotros, los abogados.

Hace tiempo señalé, que era una pena que los cantautores se preocuparan más por la justicia que los abogados y esto no dista de ser verdad, sólo que una canción no hace leyes, no organiza cambios ni propone métodos, es una emoción de algo mejor no definido. Los abogados tienen que estudiar de 4 a 5 años para proponer y sin embargo resultan más ineficaces a la justicia que una canción, cuando su deber es mucho mayor.

Está bien, señores abogados, sigan persiguiendo las chuletas finas, de cualquier modo, ya vamos abordo del carajo.

Abel Romero

martes, 1 de septiembre de 2009

Nepotismo hasta en el cielo.
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Nepotismo y compadraje en pleno siglo XXI

Por: Emilio de la Serna

Desgraciadamente, aun en estos tiempos de altos avances tecnológicos y científicos, a pesar todo el progreso intelectual que nos dejó el siglo XX, México sigue encadenado a dos viejísimos lastres de su historia: El nepotismo y el compadraje.

En la actual transición del poder en un municipio del Estado de México -la cual me ha tocado presenciar- se continúa con las prácticas de otorgar los escaños públicos a los amigos cercanos del círculo de poder entrante; esto es normal para nosotros: Los aliados del partido victorioso, los acarreados con despensas, los compadres, los que convienen ser ayudados y, en fin, todo aquel que se haya “ganado” su lugar en la función pública, está más que considerado. Esta práctica no responde a colores específicos, es realizada por todos los partidos en la esfera municipal, lo mismo por el PRI, PAN o PRD, que al cabo y para nuestro tema -si no es que para todo lo demás- son exactamente lo mismo.

Llegan los nuevos señores “chingones” y hay que desalojar el gallinero de cualquier ave que no haya vestido los colores del partido, respondiendo ciertamente a la postura de: si te apoyo es por algo a cambio, a lo cual deberás cumplir una vez que llegues al poder. Es entonces que los partidos políticos se llenan de mercenarios que esperan su trozo de pastel por apoyarlos en las campañas. Seguramente sin esta promesa de ayuda, que una vez victoriosos se ve materializada, no tendrían ni la cuarta parte de sus seguidores; por lo tanto parece lógico que para la subsistencia de dichas asociaciones, estas prácticas sigan siendo usadas en pleno siglo XXI.

No nos debe extrañar, es algo a lo que estamos acostumbrados y para nosotros, mediocres ciudadanos, es hasta normal. Pero ¿qué ocurre con esta repartición de puestos? ¿en qué afecta a la nación? Es evidente que esta selección no respeta procesos de reclutamiento apropiados y que la gente que arriba al servicio público, no siempre está capacitada para brindar el mejor servicio posible. Muchos de los servidores públicos no cuentan con la instrucción académica adecuada, ni con la experiencia necesaria, sin olvidar que muchos tampoco tienen una formación ética para desempeñar el cargo que se les asigna como premio a su apoyo; entonces el resultado es evidente: un servicio público deficiente, que aunque cuente con algunas personas plenamente capaces, lo cierto es que la gran mayoría no son las mejores para la función que se les encomienda.

Si analizamos el proceso de reclutamiento que sigue la iniciativa privada, a comparación de cómo se sigue el proceso de selección en los organismos públicos municipales, no nos extraña cómo aquélla se desarrolla, mientras éstos cada vez entregan peores resultados de su gestión.

¿Qué se necesita? un servicio profesional de carrera y poner candados en las leyes locales para que las nuevas administraciones no puedan destituir a los empleados de la administración saliente. Así podemos asegurar que los servidores públicos tendrán cada vez mayor experiencia del área en que se desempeñen y no se iniciará desde cero con cada nueva administración. Asimismo se debe dar capacitación constante a los empleados públicos, hacer que aprendan más acerca de su trabajo, impartir cursos y conferencias tendientes a reforzar tanto su conocimiento como su ética. Exigirles elevar sus grados académicos de acuerdo a sus posibilidades económicas y financiar la instrucción de los menos remunerados.

Todo lo anterior es una apreciación que estoy seguro compartimos muchos ciudadanos, dejen sus comentarios.

jueves, 26 de febrero de 2009

Armonía molecular: “¡Ponte el CD de la fosfatidilinositol 3’ kinasa, wee!”

                                                                  



Una noche, dos años atrás, me tocó vivir una experiencia loquísima: “cama voladora” ¿lo han sentido? Eso no fue todo, mi televisor se prendió y la señal contenía los típicos colores paralelamente horizontales con tonalidades amarillezcas y rojizas y un tono altamente castrante: "Tiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiin".
Me perturbó, mi cabeza dolía y pulsaba no sólo por la intoxicación brava que traía encima, sino por lo hostigante de ese tono. Giré la cabeza y empezó mi mal viaje, analicé los colores y los tonos, ¡todo vibra! ¡todo suena! tal vez la suma de las longitudes de onda de esos colores castrosos den como resultado aquel tono tan… chingador.
En mi clase de genética, descubrí que podría hacer con los genes y las secuencias TODO, analizando simplemente su lenguaje natural, ¿Por qué no ser rítmicos? si es que todo el universo ha tratado de evidenciar su armonía. Desde entonces me involucro en esto, no lo he realizado yo pero he seguido el camino del descubrimiento de esto, así que deseo compartir la hermosura de lo descubierto.

“Sonificar” (traducir en sonidos) datos biológicos, ¡qué locura! son suficientemente complejos y no azarosos como para darle a la música resultante un sentido de estructura “Me pareció que un simple alfabeto de cuatro bases que forman veinte letras que se combinan para formar la base de toda la vida en la Tierra debía ser una estructura rica y que sonaría en el interior de nosotros, los humanos, quienes somos construidos con este código”.
Se sabe que el DNA es una macromolécula que codifica la vida en la Tierra a través de cuatro elementos: T, C, A y G (Timina, Citosina, Adenina y Guanina). Estos cuatro elementos son combinados en grupos de tres, llamados codones. Hay sesenta y cuatro posibles combinaciones de codones, de los cuales sesenta y uno son usados para codificar los veinte aminoácidos con los cuales se forman las proteínas. Los veinte aminoácidos (denominados con letras mayúsculas de nuestro alfabeto), pueden ser asignados a una escala musical bajo diferentes criterios, por ejemplo a la escala de Do Mayor, como se expresa en la imagen al inicio del artículo.

Al convertir una proteína en música se tuvo en cuenta tanto la secuencia de los aminoácidos que la conforman como su forma tridimensional adoptada en la célula.
Pero como si esto fuera poco, ya se puede bajar de un sitio web, la “Suite Transmembrana”, una pieza formada por la música que expresan tres proteínas entre las cuales se encuentra el receptor de serotonina; o “la Gripe” (“The Flu”) una obra musical basada en el DNA codificado por el virus Influenza.

Seguramente en poco tiempo algunos intentaran vender los CDS de nuestros genes en algún establecimiento de Ingeniería Genética en “Tepito” pues entre clones y música de DNA/proteínas que no podemos esperar. Sea cual sea la utilidad de este tipo de obras no queda duda en lo maravilloso y estético que es el universo, ¿o acaso lo dudabas? Esto solo demuestra un patrón estético de la estructura de la Naturaleza.

¿Están preparados? Escúchenlo en la liga:

http://www.whozoo.org/mac/Music/samples.htm

Brenda Nallely Vera Meléndez

Químico Bacteriólogo Parasitólogo, IPN

Referencias:

· Joseph Schillinger, The Schillinger System of Musical Composition, Vol. I & II (New York, Carl Fischer, Inc., 1941).

viernes, 20 de febrero de 2009

La Pirámide del Sistema Capitalista: No decimos que tengamos la solución del sistema, pero mientras, esta es nuestra verdad. Júzguenlo y comenten.

lunes, 16 de febrero de 2009

Con-cierto gusto


The Doors, viernes 13 de febrero, Plaza de Toros México
Por: Abel Rubén Romero Morales

Llegué tarde, de pronto se empezó a escuchar “Roadhouse blues” y apresuramos el paso, la plaza estaba completamente obscura, en lo alto el cielo contaminado y aviones que entraban a la ciudad de México.
Recuerdo la prepa, los porros rodando por la casa de algún adolescente, las chelas y el alcohol barato. Eran cerca de treinta años después y aun había grupos púberes en trance con las rolas que inmortalizó el Rey Lagartija (mal traducido el Rey Lagarto); bailando, bebiendo, disfrutando las caricias eléctricas y sicodélicas que penetraban nuestros oídos. Ahora estaban ahí, dos de ellos, Manzarek y Kriegger, tocando mejor que nunca. En un escenario modesto, sin pantallas gigantes ni efectos asombrosos, pero sin necesidad de ellos. La plaza de toros México se colmó de unos veinte mil asistentes, con un sonido perfectamente apreciable a pesar de la muchedumbre que gritaba enardecida con las rolas más emblemáticas como “Love me two times”, “When the music’s over”, “Peace Frog”, “waiting for the sun”, pasando por “L. A. woman”; “Light my fire”, “Gloria”, “Touch me”, “Love her madly” y “Riders on the storm”, entre otras. El repertorio seguramente estuvo pensado para prender a la gente que se sabía sólo los éxitos comerciales, pero aun así fue un evento excitante. Manzarek hizo de las suyas en el teclado, arremetiendo en evidente show fenoménico, su capacidad para tocar algunas teclas con la cabeza y los pies. Kriegger retorcía la guitarra y hacía de las cuerdas unas serpientes enloquecidas que se le enredaban en las manos, la voz de Scallions, ex vocal de Fuel, es precisa y basta aunque insuficiente para cubrir la inmensa ausencia que nos dejó Jim Morrison, con sus pedas eternas y el Jack Daniel’s en la mano, con sus repentinas caídas en el escenario y gritos estridentes. Estaban debajo, lejos, pero llenando de sonido inefable cada recóndito hueco, austero pero salvaje, como eran los Doors en aquellos tiempos de rebelión generalizada, en que la juventud tomó por el pelo a los ancianos conservadores y revisaron la ética de rebaño. Ahora, después de aquellos años en que los Doors eran profetas del cambio, nos encontramos algunas tristes reminiscencias en este concierto donde aun hay artistas, pero no muchos receptores del alma del Rock. Aun se siente la nostalgia de lo que no vivimos.

Mágico encuentro y aunque se asegura que es la gira del adiós, estoy convencido de que miles de mexicanos esperaremos con ansias un próximo encuentro. Ese tipo de monstruos musicales e ideológicos, dejaron huecos enormes que hoy son difíciles de saciar con cualquier cosa.

¡Larga vida al Rock!

Abel Rubén Romero Morales
“El Poeta”