martes, 1 de septiembre de 2009

Nepotismo hasta en el cielo.
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Nepotismo y compadraje en pleno siglo XXI

Por: Emilio de la Serna

Desgraciadamente, aun en estos tiempos de altos avances tecnológicos y científicos, a pesar todo el progreso intelectual que nos dejó el siglo XX, México sigue encadenado a dos viejísimos lastres de su historia: El nepotismo y el compadraje.

En la actual transición del poder en un municipio del Estado de México -la cual me ha tocado presenciar- se continúa con las prácticas de otorgar los escaños públicos a los amigos cercanos del círculo de poder entrante; esto es normal para nosotros: Los aliados del partido victorioso, los acarreados con despensas, los compadres, los que convienen ser ayudados y, en fin, todo aquel que se haya “ganado” su lugar en la función pública, está más que considerado. Esta práctica no responde a colores específicos, es realizada por todos los partidos en la esfera municipal, lo mismo por el PRI, PAN o PRD, que al cabo y para nuestro tema -si no es que para todo lo demás- son exactamente lo mismo.

Llegan los nuevos señores “chingones” y hay que desalojar el gallinero de cualquier ave que no haya vestido los colores del partido, respondiendo ciertamente a la postura de: si te apoyo es por algo a cambio, a lo cual deberás cumplir una vez que llegues al poder. Es entonces que los partidos políticos se llenan de mercenarios que esperan su trozo de pastel por apoyarlos en las campañas. Seguramente sin esta promesa de ayuda, que una vez victoriosos se ve materializada, no tendrían ni la cuarta parte de sus seguidores; por lo tanto parece lógico que para la subsistencia de dichas asociaciones, estas prácticas sigan siendo usadas en pleno siglo XXI.

No nos debe extrañar, es algo a lo que estamos acostumbrados y para nosotros, mediocres ciudadanos, es hasta normal. Pero ¿qué ocurre con esta repartición de puestos? ¿en qué afecta a la nación? Es evidente que esta selección no respeta procesos de reclutamiento apropiados y que la gente que arriba al servicio público, no siempre está capacitada para brindar el mejor servicio posible. Muchos de los servidores públicos no cuentan con la instrucción académica adecuada, ni con la experiencia necesaria, sin olvidar que muchos tampoco tienen una formación ética para desempeñar el cargo que se les asigna como premio a su apoyo; entonces el resultado es evidente: un servicio público deficiente, que aunque cuente con algunas personas plenamente capaces, lo cierto es que la gran mayoría no son las mejores para la función que se les encomienda.

Si analizamos el proceso de reclutamiento que sigue la iniciativa privada, a comparación de cómo se sigue el proceso de selección en los organismos públicos municipales, no nos extraña cómo aquélla se desarrolla, mientras éstos cada vez entregan peores resultados de su gestión.

¿Qué se necesita? un servicio profesional de carrera y poner candados en las leyes locales para que las nuevas administraciones no puedan destituir a los empleados de la administración saliente. Así podemos asegurar que los servidores públicos tendrán cada vez mayor experiencia del área en que se desempeñen y no se iniciará desde cero con cada nueva administración. Asimismo se debe dar capacitación constante a los empleados públicos, hacer que aprendan más acerca de su trabajo, impartir cursos y conferencias tendientes a reforzar tanto su conocimiento como su ética. Exigirles elevar sus grados académicos de acuerdo a sus posibilidades económicas y financiar la instrucción de los menos remunerados.

Todo lo anterior es una apreciación que estoy seguro compartimos muchos ciudadanos, dejen sus comentarios.